Cuento atribuido de forma falaz a Roberto Bazlen.
Se encontraron en el
pico de la montaña. El rencor había guiado sus pasos hasta ese instante. Los ojos
fijos en la mirada fría del otro, la faz impávida, los puños apretados y el
pecho erguido. Quietud de dos cuerpos lisonjeados por la caricia afilada de una
ráfaga sutil, ululando en su pirueta invisible, dos palabras proferidas. Dos palabras
que continuaron la trayectoria impredecible del viento hasta desaparecerse en él.
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