DEL GENIO EN LA VOZ DE UN SALVAJE



"En la bestia el sufrimiento está autocontenido"
El último mesias - Peter W. Zapffe



El rigor y la técnica conducen al éxito, pero querido colega no es éxito o gloria sempiterna lo que busco en mis escritos, entiendo claramente que existen métodos, artificios, estratagemas que producen un fácil desempeño literario excéntricos incomprendidos que buscan en la ciencia de la psicología hallar la paz de su enmarañada cabeza. Muchas veces he sido criticado por este carácter errático y disperso, mis escritos han sido calificados de anodinos y fragmentarios, usted mismo me ha dicho en alguna ocasión que mis escritos lo extravían, que lo dejan en el limbo, que no van hacia ningún lado, que no escribo para nadie… Y es ahí donde usted da en el clavo, efectivamente no escribo para nadie, ni siquiera para mí mismo, no sabrá con qué frecuencia me he sorprendido al releer un texto mío, pues una vez escrito lo olvido parcial o totalmente de manera vertiginosa, cuanto quisiera tener una memoria prolija como la de los grandes poetas y versar sin ninguna mancha algunas líneas de un escritor predilecto, pero mi natura adversa me lo impide, sé que voy camino a la locura, la soledad y la amargura, voy por el desfiladero sin freno que me ataje, pero no podría decir que es una decisión voluntaria es quizás tal vez una evidencia de lo inútiles que son nuestros sueños frente al destino implacable. Llámeme salvaje si lo desea querido amigo, y no crea que ese apelativo me disgusta, al contrario me alaba ser comparado con las bestias, que actúan con una eficiencia que solo el genio humano podría entorpecer, ese impulso del que le hablo es para mí, más sublime que la razón, a la cual últimamente la veo como enemiga atroz de mi tranquilidad, de mi sosiego. Sé que esto que le digo no es nada nuevo para usted, sé que soy víctima de un spleen que lleva casi  dos siglos imperando en la cabeza de los sonámbulos, podría usted fácilmente traer a cuento el famoso relato de Stevenson, y no estará usted muy alejado de la interpretación de mi fuero y estas sensaciones trastornadas que habitan hoy en mí, pero he de decirle, querido amigo, que tristemente esas solo son palabras, florituras embalsamadas , que su entendimiento literato queda corto para comprender lo que es estar ahora en mis zapatos, es esto una terrible encrucijada, una inverosímil paradoja, una vil jugarreta de los dioses si usted quiere llamarle así, pero para mí la escritura se ha convertido en mi pecado y mi catarsis, en ella deposito desesperadamente todo aquello que se atiborra en mi mente con un frenesí inicuo y que en un precario intento puedo traducir en palabras, es ahí mi gran tormento, por más que escriba con desmedido afán, aquello inenarrable se hace mas latente, vivo y enorme, piense usted en ese monstruo de mil cabezas que venció el fornido Heracles, de ese modo crece en mi interior esa abominación que la literatura no puede decapitar con su pluma. Sin embargo no encuentro otro camino, otra salida, recordara usted que he probado en todas las artes sin ningún consuelo, tanto que para algunos fui un ser privilegiado porque no encontré ninguna dificultad en la técnica mas si en la pesquisa, he salpicado todo sin esperanza alguna y temo por mi propia suerte, porque he podido descifrar de un tiempo para acá, en mis escritos más próximos, el trágico final que me espera. Pero debo seguir escribiendo, no puedo decirle el porqué, sería absurdo, pero una fuerza demoniaca me gobierna, soy un pobre esclavo de sus designios debo escribir hasta la muerte, así mis escritos pasen por los absurdos monólogos de un loco.


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