What a nice day for a murder
You call yourself a killer but the only thing you're killing is your time
There's nothing absurder than a bird
that's a burden to your heart, soul, body, spirit and mind (Peter Doherty, Lost art of murder)

Amplio es el campo que ha tratado el tema de la dualidad y sus opuestos. Casos evidentes en la literatura podrían ser los expuestos en Dr. Jekyll y Mr. Hyde de R. L. Stevenson, en El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde o El Lobo estepario de Hermman Hesse, la lista continua pero me parece irrelevante seguir con esta empresa. Dejemos claro que esta dualidad tiene orígenes ancestrales, desde que el hombre comenzó a magnificar los tótems dándoles atribuciones místicas de sus propios actos, dividiendo en dos sus acciones, pensamientos y sueños. A la par el mundo fragmentado en dos construyo esta bifurcación, tanto en el mundo occidental como en el mundo oriental. Podríamos hacer conjeturas al respecto, podríamos atribuirle está marcada división a fenómenos como el día y la noche, la risa y el llanto, el mundo real y el mundo onírico, lo femenino y masculino, lo bello y lo grotesco y volveríamos a una lista interminable de opuestos que se complementan. Pero es aquí un punto que quisiera tocar desde mi muy soberana ignorancia y es la aparición nefasta de la moral de occidente, en este punto se distancia mucho del pensamiento oriental que concibe la unidad como un valor fundamental para hallar el equilibrio, el nirvana no sería nada sin el samsara, nada tendría de glorioso el placer si en este no se ensalzara las mieles del sufrimiento. Por su parte la moral occidental nos ha enseñado a desdeñar esa unión de las dos caras, mal llamadas: bien y mal. El juicio parcial y mezquino de los actos ha demostrado a través de la historia que esa supuesta moralidad no es más que una máscara, una fachada que en ningún momento esta ajena a las dos partes. En nombre la moral se han cometido crímenes atroces que esa misma moral juzgaría de imperdonables si no fuera ella quien la ejecutara. Es aquí cuando hablamos de una doble moral o de una moral a nuestro favor, traemos los principios maquiavélicos o los pensamientos de Raskolnikov, pretendemos argumentar nuestras acciones porque creemos tener un fin elevado, “Extramoral” y por ende eso nos hace seres más elevados, mas allá del bien y del mal, individuos que trascienden la moral para posicionarla en el pedestal que se merece. El cuestionamiento de lo que conocemos como crimen se hace evidente y es la historia misma quien se encarga de hacer los honores en el veredicto. Aquel que un tiempo fue un tirano en otro podría ser el héroe salvador, esto no escosa de extrañarnos en lo absoluto… La historia a canonizado a soberbios genocidas como lumbreras de la extraviada humanidad.
Toda esta obertura era para dar paso a una expansión de ese concepto de dualidad y de doble moral de occidente, ampliando nuestros horizontes más allá del individuo vulgar hasta llegar a la sociedad en la cual convive este minúsculo personaje. Surgen pues preguntas evidentes ¿Quién dictamina la moral de una sociedad? ¿Debe el individuo someterse a estas reglas impuestas? ¿Cuál es el fin de una moral “colectiva”? al tratar de responder esta preguntas debemos cuestionar nuestra propia natura, indagar en lo profundo de nuestro corazón y aunque la visión sea quizás abominables es la más honesta ¿de qué me sirve a mi esta moral impuesta? Surgen pues palabras como convivencia, tolerancia, armonía, pero también palabras como engaño, impotencia, manipulación, castración y esclavitud. Ya que es muy probable que estas famosas normas sociales hayan sido dictaminadas por un individuo que converge las dos caras, que al igual que cualquier otro tiene sus propios deseos y aspiraciones particulares y es egoísta como todo y solo busca saciar sus deseos. Así pues que al hablar de la moral impuesta en una sociedad preestablecida debe hablar irrefutablemente de Poder, ya que es el individuo que posea más poder, por eso como preludio quise hablar de aquellos grandes próceres de la Extramoralidad, de aquellos semidioses que modulan la moral a su antojo pues son ellos quien dictaminan la conducta moral del resto. Esta moral social tiene forma de pirámide como cualquier construcción imperial humana. A la cabeza de la moral siempre estará el ideal de un solo hombre llámese Jesucristo, Buda o Hitler, son los ideales de personajes Extraordinarios los que llevan el curso moral de los personajes ordinarios. Este tipo concepción moral nos demuestra que aun en nuestros tiempos no podemos asimilar conceptos como la unidad y la igualdad. Debemos seguir siendo canes con lazo en el cuello, fieles a los dictámenes de nuestro amo. Los sistemas sociales de nuestros tiempos se balancean entre dos bandos totalitaristas, tratando de este modo obviar un tercero que pondría tal vez de cabeza la construcción idealista de grandes hombres. Este tercer bando es un poco aterrador pues nos presenta de algún modo desnudo y solitarios frente al mundo, nos abre los ojos frente a una realidad que tememos, no tenemos dioses que nos amparen, ni héroes que nos rescaten. Quizás este tercer bando suene un poco anarquista y quizás lo sea, pero preferiría llamarlo un individualismo practico. Que cada quien se libre de este mundo como pueda, que luche en esta sociedad con las armas que le han sido dadas, sin importar que estas acciones individuales se resuman en un colapso de la humanidad. Considero que es sumamente más placentero morir con la frente clara, libre de remordimiento, desvanecerse de este mundo alejado de una moral impuesta por otros.
El caos es un estado natural de la naturaleza. Fuerzas que se chocan entre sí. No es la búsqueda de un sentido el fin. Es la acción o la inacción el fin mismo. (Volvemos a Maquiavelo) de modo optimista quisiera pensar que todos somos seres extraordinarios pero es simple futilidad, anhelo inútil…
Me aferro entonces al pensamiento Nihilista: “El hombre es una cosa que debe ser superada” debemos comprender que todo es cíclico que la inmortalidad es más real en el mundo inmaterial, el reino del vacío, en el absoluto de la nada, la materia tiende a cambiar a tal punto que se mimetiza con el olvido.
Presento pues en mí propuesta a un personaje desprendido de cualquier vínculo moral y afectivo con el mundo. Un ser que en muchos ojos puede resultar monstruoso y de ser así mi cometido será lo esperado ya quesera un espejo en esos ojos que lo miren inquisidores, todos somos monstruos, todos ángeles, nadie escapa de la dualidad sean seres extraordinarios o vulgares, valientes o cobardes. Me centro en el Vacui como eje central, como hilo conductor entre lo material y lo inmaterial. El vacio como umbral entre dos mundos. El hombre utópico amoral que no se ciñe las reglas de un mundo absurdo y que pretende reducir todo aquello a la sacra e inmaculada nada.
La cuidad como un absurdo, como una quimera, como una hidra de infinitas cabezas, como un juez implacable que margina al individuo, como una maquina atroz que solo quiere herramientas para su engranaje perfecto, como una criatura sin alma, despiadada y de una apetito voraz y sin sentido, la necesidad de producir sin control, la cruenta lucha ente el todo y la nada. El individuo frente a la sociedad como una nimiedad caótica que denuncia las fallas, el engaño de una construcción obsoleta.
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