sin flores ni rimas ni amores,
perdido en jardines de arena,
do agoniza una vana promesa.
buscando la luna de antaño,
que sueños azules soñara.
Ahora se asoma a la aurora
de un siglo situado en la nada,
un siglo que pretende y pretende
acallar el noble pasado con babas.
Una niebla de palabras sin Lorca,
do han muerto todos los poetas,
y proféticos se hacen los versos,
los amargos versos de Becquer,
y los juglares de turno bailando
con ostentosos mantos de sabios
orgullos andantes sin seso,
ambiciosas narices de fama,
infames alhajas sin brillo
que de facinerosa farsa hacen gala.
Han masacrado todos los versos
han mutilado al centauro y la lira
han mancillado a la ninfa y al fauno
usurpando el trono celeste del genio
con insípidas piruetas verbales
gramaticales argucias groseras
jactanciosas naderías de orates
alquimias de oro a excremento.
Y el hijo de poeta no es poeta
es un evocador de fracasos,
es un apasionado sin alma,
es un perseguidor sin presa
es un lunático sin luna
es un Áyax derrotado y loco
un niño huérfano de sombra
y desenmascarada luz de belleza.
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