Escribo para darme consuelo, para frenar los bríos de libertad que aún
persisten en mi animal secreto… Me siento miserable, un cochino cobarde, un
extra de una mala película, cada día que pasa está en mi contra, cada segundo
me aferro mas al nido del miedo y sus prejuicios, la juventud se agota para
mandar lo establecido a la mierda. Cada vez más inútil, cada vez mas esclavo,
el confort que me enferma y me retiene, encerrado en un baúl de sórdidas mentiras.
Sentado, holgazaneando frente a una estúpida pantalla, dejando todo inconcluso,
no soy más que un remedo de un hombre subterráneo que otro escribió, un manojo
de complejos, un idiota que jamás ha sufrido verdaderamente, un idiota que jamás
ha vivido verdaderamente, que se esconde en una sociedad que jura aborrecer y
de la cual se ha hecho un gran parasito, ¡Es tan fácil echarle la culpa al
resto y duele tanto verse en el espejo y desnudarse con la mirada para
descubrir que solo se es un frasco de ponzoña, un recipiente siniestro de ideas
malogradas que jamás se llevaron a la acción!
Sueño con la mar y la luna en un cielo estrellado. ¿Qué me retiene? ¿Soy yo
el vil carcelero de mis sueños? Vivo la pesadilla del tedio y lo inmutable,
contemplo con asco el ciclo pusilánime que cumplen los demás por temor a la
soledad, no soy mejor que ellos, solo soy un escapista, un canalla que huye de
las responsabilidades, de la norma y de sí mismo. La incertidumbre corroe mis
venas, estoy atrapado en un laberinto rodado de salidas.
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