Un ser totalmente afectado e irascible, vulnerable, lleno de incertidumbres
y tristezas, un ser apocado que busca el exilio en la literatura, en el
alcohol, en el sexo, y en cualquier paraíso de irrealidad aunque por eso se le llame
loco. La linealidad de los días extravía la conciencia de transitar en círculos
sin un norte fijo, más que una marmoleta fría al final de los pasos. La humanidad es asunto perdido en sus
ojos, la maldad del corazón razonable le ha hecho aborrecer el reflejo y la
imagen del individuo. Llora en las sombras por las pequeñas tragedias que a
muchos dejaron de importar, mira la noche sucia de luces y rameras con la esperanza
de un sueño que aun no sea pesadilla, habita un cuarto estrecho y asfixiante,
recibe pastillas todos los días y alguna visita de su madre los domingos, no
tiene más amigos que una rata que se roba su comida y a la cual declama tibios versos de Rilke, duerme muy poco y escribe mucho pero a nadie muestra sus
textos, un vecino suyo asegura que está a punto de culminar una gran novela
pero olvida que la tinta de su pluma es invisible como el papel en el que
escribe. El gran doctor en broma ha dicho que se parece a aquel profeta que
escribió en la arena, o quizás sea sólo un enigma que los otros insensatos no pueden ver
porque no comprenden absolutamente nada que esta mas alla de sus narices.
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