
¿Por qué no duermen los pájaros en la cornisa? ¿donde están los gatos para ahuyentarlos de un zarpazo?
Sterne sin ser leído, vomitó páginas en blanco. Dio notas negras a los difuntos. Sigo siendo holgazán en la paupérrima excusa de ser un iluminado por la tragedia... bah, palabras fútiles, solo quiero enterrar mi cara en tus finas nalgas como un topo que solo busca el abrigo de tu sucia oscuridad, desconozco tu vida mujer anónima, poco me importa tu nombre absurdo, nada tienen de transcendentales nuestros amores pretéritos, solo quiero morir abrazando tu trasero, leer la poesía que está escrita en tus caderas. No quiero novelas extensas que hagan cascabelear mi cabeza, no tengo tiempo para escribir libros proféticos, esta noche y otras mil quiero que seas mi sino, mi brújula son retorno, el olvido que da alivio al errabundo. No puedo conciliar el sueño en esta noche febril, la maquina llora en el rincón de este cuarto, quiere que mis dedos la mancillen como quiero mancillar tu piel. Aquella carne lubrica y morena, turgente y altiva, que solo incita a mandar las normas de este puto orbe por una letrina. Porque los papeles sagrados deben ser escritos con la tinta de tu orgasmos, con la fiereza de mi semen sobre tu carne rubicundo. Porque no quiero ver más las putas langarutas con tetas infladas, de culos cóncavos, presumiendo una moribunda imagen asexuada. Quiero tu carne, quiero la dicha del instante de mi corazón muerto. Quiero que la noche llueva sobre ti mis plegarias vulgares, porque hoy deje las palabras bonitas en otro verso y hoy solo quiero sumergirme en tu leteo, en tus agujeros suplicantes. No soy un caballero como Shandy quizás lo sea, solo soy un perro que olfatea en tus partes mientras tu lees las ultimas líneas de una historia abreviada que desconozco de Vila-Matas ... Anécdotas ridículas de aquello que solo es la fantasía lubrica de un idiota, las ansias no fenecen con las palabras, por más que quise vomitar mi deseo, aun sigue esa efigie en mi cabeza merodeando,, bebo cerveza pero es inutil, nada puede librarme de este cruel castigo, más que empuñar vigoroso mi sable y sacarle brillo hasta que su filo estalle en el silencio.
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