Arquetipo perdido


He intentando fútilmente llegar a lo concreto. Mis herramientas son precarias y obsoletas. Estoy divagando entre el efectismo y la simpleza. Me doy cuenta a cada palabra que todo es un engaño, que todo es ilusión. Que las razones que me impulsan no son tan nobles como me hacía creer. Todos buscamos redención y un poco de gloria. No queremos fracasar, el fracaso es para los perdedores y los ganadores. Yo quiero trascender esos términos, dejar a un lado todas las mentiras, los artilugios baladí. No consigo construir arquetipos para mis personajes, solo son monigotes enclenques de mi mismo. Los paisajes no reflejan más que desolación intransigente. No soy un genio ni una lumbrera. Aun no tengo voz humilde y sincera. La maldita poesía aun me embelesa y suelo perderme en un barroquismo anodino que reprocho. No sé hasta donde quiero que lleguen mis palabras, no sé si acaso podrán llegarte a ti. Sé que muchas veces sueno jactancioso, prepotente y arrogante. Un licencioso misántropo con efigies complicadas (y esto no es más que un ejemplo). Fabrico laberintos que carecen de galerías y corredores, donde el único monstruo que asecha en su interior es mi incongruencia. Me siento fatigado, a punto de tirar la toalla. Pero aun no escucho la campana que dará fin a este round.
Respiro pausado, parpadeo cuatro veces, mi corazón intenta alcanzar la calma, tengo que desviar la mirada de occidente y dejarme perder en el oleaje de oriente.

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