
Ya nada puede ser mas apático, sórdido, iconoclasta, reaccionario, blasfemo, anacrónico, vulgar, excelso, pulcro, mancillado, retorcido y enmarañado que el ahora. El pretérito fugaz ha dejado una montaña de perros ciegos, de pastores sin rebaño. Los falsos ritos han perecido en la gran hoguera de libros. La verdad se ha diluido en la multiplicidad de de postulados y fronteras flanqueadas, no queda ni el leve rumor de la esperanza. No existen viejos ni nuevos senderos que recorrer, solo infinidad de abismos que nos disparan hacia las nubes polvorientas de moscarrones y gusanos que aguarda el final de la jornada de la imperdonable humanidad.
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