LLORIQUEOS DE UN PERRO CATALAN


Dejare de ser un abatido can que solo sabe inferir lloriqueos romanticones, lanzare el mundo al olvido… Siempre he admirado a lunáticos geniales del tipo de Syd Barrett o Peter Doherty, Quijotes que se rehúsan a cumplir las estúpidas reglas del juego y siguen su propio y deslumbrante camino. Estoy harto de caminar en la cuerda floja de mirar con estúpida perplejidad la carroña viviente, maloliente, puedo ser un Mr. Normal, la corbata no me encaja en el cuello el único nudo que puedo sostener allí es el de una soga para decir por última vez Bon Voyage. Esta cuerda me invita al vacio es hora de dar el salto y salirme de una maldita vez de la marginal realidad, que solo me produce diarrea mental. Cantare a las prostitutas en celo el día de san Valentín, y fornicare con leprosas en navidad. Hare que todas las princesitas de silicona se arrodillen ante mi Ícaro de las cavernas y que le celebren bacanales de infinita fornicación. Quizás no sea la salida más prudente entregarme a lo que los idiotas podrían llamar locura pero es menos tortuoso que ver el sol con una estúpida sonrisa de agradecimiento y tener que cargar la estúpida piedra de lo cotidiano. Cada amanecer se efectuara para mí cuando la luna aúlle por que le están rompiendo el culo en un eclipse perenne. Solo los genocidios podrán producirme un orgasmo sublime mientras jóvenes vírgenes me sacuden la pija con sus labios empapados de ajenjo y opio. Solo tiernas Moiras saben cómo hacerme un Blow Job celestial. En el fondo de la escena una tartamuda repetirá todo el Finnegans Wake

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