
Gestor de una nueva inquisición. Se levanta el mal educado artista de mierda frente al mundo emplasmado. Y se siente acreedor de proponer y tergiversar con engaños, con patrañas egocéntricas la realidad representada. Hace del ensueño una cochina obra pública.
Abel no era mas que un pintor de frescos en pleno siglo plástico. Le pagaban muy bien por su “gran oficio”. Era contratado por maleantes adinerados para pintar los interiores de sus mansiones. Casi siempre eran temas hedonistas o solamente representaciones bíblicas. Fácilmente Abel pudo ser un buen discípulo de Miguel ángel, tenía el conociendo bastante comedido de pigmentos y menjurjes. Era un maestro para la composición de idóneas siluetas con su volátil pincel. Tantas veces había pintado a la virgen cargando al niño que ontemplaba el mundo con despiadada tristeza. Era común ver serpientes en sus pinturas, era tal vez su toque personal y corrompido, pero eran serpientes triunfantes, que no perdían la lucha ante ningún pie divinal... El deseo siempre ocupaba un papel riguroso en sus pinturas. Pero ninguno de sus compradores notaba aquella peculiar intensión. Buenas fiesta ofrecía Abel luego de recibir la paga, era desmedido con los lujos momentáneos, amaba el alcohol, tanto como a las putas y los psicoactivos alucinogenos. Abel, no era un santo, por eso sentía tan profunda admiración por Caravagio, como ejemplo y vida... ese artista genial y perverso que ofrecio su cabeza a la iglesia... No muchos entendieron las razones, y la carta poco o nada explico:
Mundo infeliz que me diste talento equivocado,
Mas de canalla yo, que el burro que adora mis miserias.
Soy inconsistente y mundano. La necesidad es otra,
No hay pasión en mi trazo, afán, solo afán
Para poderme de nuevo escapar en agujero sordido y pecaminoso. Soy un bufón embustero, un cochino parca.
Ante la justicia del submundo calumnio a dios por la mala distribución,
Me atormenta siendo yo tan cínico, ya no aguanto esta parodia de semitonos y paletas terciarias... Me harte de mis ropajes
Y de escuchar las florituras de ajenos. Soy tan burro como ellos. Adiós a nadie, porque ni una obra que valga dejo. Adiós a mi, sombra de un pobre artista obsoleto.
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