
En una libreta empolvada y un preterito de fuego, yace un cuento omitido, una entelequia larga, su titulo algo permite entrever: Sueños del Holocausto. El recelo lo dejo allí, oculto entre el leteo y la afección del escriba, con temor de manchar más pétalos, de no ser digno de la herencia del padre. Un viaje de regreso forzado, un alma que parecía destruida pero que en realidad estaba perfeccionando su modo de vuelo. Un paseo por las nubes, la fiera hecha mujer, la música salvadora; de aquellas cosas habla aquel sueño, de dos lenguas distantes, de rizomas y de la coalición de parajes y cuerpos unidos por el deseo. El ilusorio, el joven Mills que se enfrenta a sus infinitas posibilidades. La esfera de cristal, la luna marmolada, la vida en flor, las espinas que deja el amargo y hermoso pasado. De Londres al Sur. Con la valija vacía, con el sollozo de un niño que no quiere cruzr el umbral, la pataleta de la supuesta derrota. Al final el alto vuelo que se erige sobre los pensamientos de un Icaro vagabundo.
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