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Algunos necios podrán tomar por fabulado este relato, y dirán que sólo son los
desvaríos de una cabeza loca como la mía. No soy quien para dar fidelidad a
este retrato pero soy quizás el único testigo consiente que conoció todos los
hechos de la misteriosa vida de Eleonora Corina... ɸ
Tristemente he dejado olvidado
este relato entre mis papeles extraviados en una maleta en alguna estación de
trenes, ahora no recuerdo nada, no recuerdo quien fue o aun sea, esa tal
Eleonora Corina, pero gravita aun en mi mente un vago recuerdo de haber pasado
horas buscando el significado de ese nombre, y que ahora toda esa pesquisa se
ha perdido en el olvido. Entre mis notas de una libreta de bolsillo, he consignado
un tema recurrente en mis actuales relatos, la nota solo decía: (Eleonora
Corina: la inmortalidad). Podría ser que su nombre fuera extraído sin pudor de
algún relato del febril poeta de Baltimore, eso no lo sé, quizás, fue un amor
que por capricho de camas furtivas de moteles clandestinos y burdeles extintos
designe a mi amante de turno…
He pasado noches enteras
releyendo aquel brevísimo e inconcluso proemio, repitiendo en las madrugadas ese
nombre femenino, pero el recuerdo jamás llega, he estado a punto de dejarlo en
el olvido pero he sido testarudo y ahora en este instante cuando las melodías
cósmicas giran en el absurdo fracaso de esta historia sin final, he descubierto
el enigma, he deshilado el galimatías. La perfección de este relato inconcluso
se resume a que en él convergen los tres temas más recurrentes en mis relatos: La
alucinación, la inmortalidad y el olvido. Pero de un modo más subjetivo y a su
vez mas descarnado, la historia perdida de Eleonora Corina, es mi propia
historia, es la historia de mis obsesiones, de mi tragedia y delirio. Nada ha
sido fortuito.
He dejado que el tiempo devore
paulatinamente todos los rincones del recuerdo de la concéntrica historia, y
que espectros indescifrables, multiformes habiten aquellas galerías desoladas, he
descubierto, ya sin asombro que la memoria nauseabunda de esta historia se ha
hecho arena pero no de aquella que estrictamente, cuenta nuestros días, si no
de aquella misteriosa arena de la cual se construyen nuestros sueños, y como
gotas de rocío han de caer trágicamente en aquel leteo donde he ahogado a la
inmortal Eleonora Corina. Sea pues la vida onírica de Eleonora un enigma tanto
para el lector como para mí.
En vilo, he dejado este relato
que hace parte ya de las entidades del olvido y con no poco regocijo, me figuro
libre de aquella pesadilla de ese recuerdo difuso que antes me gobernaba. Dejo
entonces que nuevas seducciones fantasmagóricas avasallen la fantasía y me
conduzcan a los limites inexplorados del sueño, donde vislumbro con agrado, inmerso
en un cuento de hadas, el final de esta historia, donde sin más dilaciones y
excusas, me trasformare en rocío de aquel manantial, y estaré al fin, junto a
Eleonora por toda la eternidad y todo el misterio me será revelado.
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