Sólo me cautiva, la literatura escrita con odio, con asco, escrita desde
las vísceras, que no busca embellecer el mundo si no sumirlo al pozo. Los
poemas que ensalzan la muerte y glorifican la destrucción de todo aquello que
nos hacen creer, es puro, sagrado e inmortal. Odio los escritores hipócritas
que escriben para engalanar la prosa o el verso, en los que todo amaneramiento
del lenguaje, boicoteando las cabezas enfermas de sus lectores analfabetas, que
al sentirse desorientados en este mundo de mierda buscan el bálsamo en las
letras, pero esas letras perfumadas de flores inmundas, de arabescos insulsos,
de ideales que fácilmente servirían de supositorio a la mas diestra actriz
porno. La función de un humilde y honestos escritor, es sembrar con cada
palabra la desesperanza, el desasosiego y toda clase de sentimientos nobles que
conduzcan al lector a buscar un postrimero alivio, donde de un disparo silencie
prematuramente todos los cantos de sirenas y de pajaritos maricones, todos los
cantos de esperanza por una estirpe ponzoñosa que no es más que un virus
nauseabundo que infecta el lenguaje con sus zalamerías, sus reproches y su
obstinado absurdo de querer seguir…
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