OJOS ETERNOS DE PROMETEO







Quizas, hoy Dionisio no podrá venir a salvar el día, ni Pan a santiguar el tedio con el silencio de su flauta y la reina noche no animará mi espíritu, ni el porno en el internet hará excitar un plácido suspiro por las carnes de Afrodita.

El pretérito es abominable cada vez que se mira de reojo, el presente es una puñalada tortuosa que jamás se hace certera, ni liberadora, ni puta, el futuro anida el único consuelo, un alivio inextricable. El movimiento de las hojas en el viento es aburrido como lo es el disparo en la cabeza de un criminal, de un rey canalla, como la concha trémula de una lubrica cortesana, como un gato atropellado que se hace parte del paisaje, como una pintura de Rothko antes de la liberación…

Una terrible envidia me devora las entrañas, tengo celos de los que yacen en el leteo y saborean los pétalos de un asfódelos, siento ahora un profundo asco hacia la monstruosidad que se vomita ante las retinas de mis ojos. Ese mundo que se agolpa como un vademécum de imagenes no es representación es abominación, es infierno que destruye lo poco que queda de mi agonizante corazón. Este es pues el castigo por dejarme seducir en la insulsa vanidad y gloria de los vivos, ahora ni los buitres se hacen cargo de mi sufrimiento, no quieren escuchar mis oraciones y arrancarme de una buena vez mis orbitas malditas.

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