ROJA





Fue con esta lengua mía, que lentamente, escribí un poema ininteligible en tu cuerpo lejano, satisfecho y caprichoso (ese cuerpo tuyo: depredador ocioso con ansias de mas, mas, mas...mas). Me deje llevar por el profundo océano de los misteriosos símbolos que fulguraban en tu carne vehemente que cantaba lenguas olvidadas de hordas ancestrales que mi sangre y la tuya confabularon por interminables horas en esta noche infinitamente roja. Era yo, humildemente el escribiente, eras tú, el reino digno de ser narrado... luego arrastrar mi lengua reseca y maltrecha por la maravillosa voluptuosidad de tu efigie carmesí de fuego era justo perecer en el oasis de tu boca clara y dulce, manantial.

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