Las palabras solo son engaño,
tras el rostro de aquel que las conjura.
Una voz callada del alma, grita
muda un gran amor.
Nada es lo que parece, son los
ojos como espejos,
Puedes ver mi alma fragmentada
tras mis ojos
Y ver como se hacen polvo mis
anhelos.
Es la vida un girar
incontrolable, una tómbola loca
Que nos desgarra lo más puro que
seremos.
Y aunque los vientos sean
tormentas
En el seno que reguarda lo mas
sacro que añoramos,
No podemos redimir la esencia de
algo bello,
Algo que hasta un dios tendría
celos.
Entiéndeme querida, somos seres
pulsátiles,
Que la parca aguarda con mesura,
Entiende que el amor que te
profeso es solo tuyo y solo mío.
Que lo demás son cosas tuyas,
mías y del resto.
Sé muy bien que todos somos
egoístas, que lucubramos un pedestal para nosotros
Eso es muestra de lo solitarios que
aun estamos. Que queremos ser eternos como el tiempo.
Codiciamos atrapar la arena en un
puñado pero torpemente se desliza en nuestras manos
Así como el recuerdo de tus
labios, como el calor de tu sonrisa.
Nada tuyo es mío, ni lo mío será
tuyo, solo soy tuyo cuando quieres que lo sea,
Pertenezco a ti cuando apeteces
de mí ser en ti, solo en ti.
El resto de tu tiempo solo soy un
fantasma y tú lo eres para mí
Ningún lenguaje podrá comunicarte
el amor que eres y por tanto igual yo soy,
Porque el Amor no es más que un
verso malversado para esta humanidad corrupta,
Pero este amor que siento
despunta la carne que nos hace enclenques.
Más allá de un beso o una tierna
caricia, mi amor no cabe en este verso.
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